Ni ella ni los amigos de los padres sabían que el acusado tuviese una enfermedad mental
Segunda jornada del juicio por el parricidio de Brihuega cometido en 2021.
Hoy han empezado a prestar declaración los testigos y el primer turno ha sido para Natalia la hermana del acusado e hija de los fallecidos. La mujer, que vive en Santander, ha reconocido que sus padres, con los que mantenía una buena relación, estaban “un poco hartos de que su hermano Adrián no trabajase”, ha dicho que tenían “discusiones frecuentes”, que sabía que consumía marihuana y alguna vez cocaína, y ha afirmado que el acusado “no trabajaba porque no quería” y “tampoco colaboraba con ellos en la casa”.
Ha confirmado que su familia tenía una posición acomodada sobre todo tras la reciente venta de la farmacia que su madre había regentado durante años. Según sus palabras el acusado, al que siempre le dolía algo, sólo trabajó una vez y lo dejó porque le dolía un pie “vivía a costa de mis padres”- ha declarado, una dependencia económica que siguió incluso cuando vivió con su novia.
Ha asegurado que no conocía que su hermano tuviese ninguna enfermedad mental, aunque recuerda que, en una ocasión, en torno al año 2015; su madre la llamó porque su hermano había tenido un comportamiento extraño y en el Gregorio Marañón le dijeron que tenía un brote psicótico “cada dos por tres estaba en urgencias o en clínicas privadas”- ha reconocido, pero que sus padres nunca le dieron a entender que su hermano estaba enfermo.
Sobre el día de los hechos ha asegurado que su hermano no estaba alterado cuando habló con él por la noche al llegar a Guadalajara. Durante muchos meses creyó en él, pero todo fue cambiando cuando desde la cárcel no paraba de hacerle llamadas para pedirle dinero para tabaco. De hecho, prohibió que le llamara y empezó a recibir cartas con lo mismo “no me preguntaba cómo estaba, sólo me escribía por el interés”. Eso unido a la dependencia económica que había mantenido con sus padres y al hallazgo de dos libros en la habitación de su hermano sobre patrimonio y sucesiones en la finca de Brihuega, le hizo pensar que “podría haberlo hecho por dinero”.
La defensa ha reprochado a la hermana que no le mandara dinero a la cárcel para tabaco “¿pretendía que lo dejara a pelo?” – ha llegado a decirle. También ha asegurado que el acusado tiene un grado de discapacidad del 49%, algo que la hermana desconocía.
Los amigos de los padres desconocían la enfermedad de Adrián
También han declarado como testigos varios amigos de la familia que han señalado que conocían el consumo ocasional de cannabis por parte de Adrián, pero no de alcohol. Entre ellos ha declarado el padrino de Adrián al que el acusado acudió cuando se produjeron los hechos. Llegó “desaliñado”, “alterado y nervioso”. En aquel momento el acusado le contó que se había encontrado a sus padres muertos “en un charco de sangre” y que “había visto una sombra que salía de la parcela”, “ni se me pasó por la imaginación que no fuese cierto lo que estaba contando”- ha asegurado. Ha declarado que no conocía que Adrián tuviese ningún trastorno, aunque sí sabía que estuvo ingresado “sus padres eran muy reservados”- ha asegurado. La pareja de este testigo, estuvo con el acusado durante 10-15 minutos, nada más producirse los hechos. En ese rato le confesó que debía 400 euros relacionando la deuda con el asesinato y le llegó a preguntar “cuánto tarda en morir una persona a la que le cortan el cuello”.
Otros testigos han indicado que tampoco conocían la enfermedad de Adrián. Uno de ellos, que trabajaba en la finca, ha señalado que no ayudaba a sus padres “nunca tenía ganas de hacer ninguna de las labores en la finca”, otros han dicho “que no le gustaba trabajar, aunque tenía capacidad para hacerlo”. También han reconocido saber que de vez en cuando Adrián estaba ingresado, pero era para “ayudarle a reconducir su conducta” porque no quería trabajar “quería vivir bien a costa de sus padres”- han declarado.
También han declarado varios agentes de la Guardia Civil que realizaron la recogida de pruebas, pruebas que ya empezaban a incriminar al hijo de los asesinados.