Es el primer paso para convertirla en un centro de ocio para mayores
Uno de los proyectos estrella de Alberto Rojo, alcalde de Guadalajara, en su programa electoral; era convertir la cárcel de mujeres en un centro de ocio para mayores, que albergue actividades formativas y lúdicas, e, incluso un servicio de restauración,un proyecto que acaba de iniciar su andadura.
Tras un acuerdo municipal en Junta Local de Gobierno se han iniciado los trámites para pedir “oficialmente” la cesión de ese inmueble a Instituciones Penitenciarias, que es su actual propietario. Según fuentes municipales, consultadas por Guadalajara Diario, esperan que el proceso de cesión sea rápido y que pueda estar resuelto antes de que acabe el año.
De momento, se desconocen las condiciones de la cesión y si será gratuita, aunque se espera que si hay que realizar algún pago por el cambio de propiedad sea algo “de carácter simbólico”. De todos modos, afirman estas fuentes municipales, es un detalle que en estos momentos no se conoce.
Se pagará con dinero de Europa
El cambio de titularidad de este edificio obligará al Ayuntamiento a una fuerte inversión tanto para su rehabilitación como uso posterior. Para que esa inversión no sea tan gravosa para la ciudad de Guadalajara el Consistorio cuenta con Fondos europeos. En estos momentos el Ayuntamiento de Guadalajara dispone de cantidades ya aprobadas en los fondos EDUSI ( los mismos con los que se ha reformado el mercado de abastos o el edificio negro) que no tienen asignado un uso concreto pero que fue aprobado para la mejora del casco histórico. Ese dinero es el que se va a utilizar para reformar este edificio junto a una aportación del ayuntamiento de Guadalajara que este año es de 80.000 euros.
El mismo sistema se va a utilizar para reformar la Casa de Carlos Santiesteban. Se estima que las dos obras puedan costar unos dos millones de euros.
Un edificio con 75 plazas
La cárcel de mujeres, ubicada en pleno centro de la capital, y a tan sólo unos metros del Paseo de
las Cruces, fue construida en 1925 con un proyecto del arquitecto Ramón Cura. La falta de plazas en la prisión provincial, ubicada en la calle Virgen del Amparo, obligó a su construcción. El terreno, de unos 2.000 metros cuadrados, fue cedido por el Ayuntamiento de Guadalajara. En un principio albergó presos de ambos sexos pero desde 1945 fue utilizada solo para que cumplieran pena las mujeres. En la década de los 70 dejó de tener uso como prisión provincial.
La primera rehabilitación del edificio se hizo durante el mandato de Javier Irízar como escuela taller y el destino iba a ser Archivo Municipal, como así figura en la portada. En los últimos años no ha tenido función alguna y su patio cría cardos y muebles viejos como se puede ver en las imágenes.