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De Guadalajara al fondo del mar para seguir escribiendo la historia

El azudense Alejandro Mañas es arqueólogo subacuático

Mañas7Alejandro Mañas, pasión por el mar. Foto: A. M.

Buceó en el pasado para traernos al presente una realidad oculta. Alejandro Mañas nos descubrió los secretos más antiguos en “Lo que la tierra oculta”, un documental sobre los primeros pobladores de Azuqueca. Ahora nos habla de su faceta más profesional, la arqueología subacuática. Desde una provincia del interior al fondo de los mares para seguir escribiendo la historia.

-De Guadalajara hasta el mar, y no precisamente “el de Castilla”, hay una distancia considerable…

-Vengo de una familia a la que le ha gustado mucho el mar, siempre hemos tenido un sentimiento de liberación al estar cerca de la costa. Es quizá lo que nos pasa mucho a la gente de interior, especialmente a los Guadalajara, aunque tenemos unos pantanos increíbles, en lo que todavía se da la navegación; pero es un poco el sentimiento de la gente de tierra: llegar al mar, verlo y poder disfrutar.

-¿Cómo una persona de Azuqueca acaba bajo el agua, buscando barcos hundidos?
-Estudié la carrera de Historia en Alcalá de Henares y desde el primer año empecé a trabajar en Arqueología. El último año de carrera fui con una beca a estudiar a Italia y allí descubrí la arqueología subacuática. Era muy distinta a la que hago ahora, porque trabajamos en un terreno fangoso y lacustre como es el de Venecia. Estuve buceando en la Laguna Norte. Participamos en la excavación de una villa romana marítima completamente sumergida por las aguas de la laguna.

Mañas6 Azuqueca Senda TiempoMañas, en el documental sobre la historia de Azuqueca. Foto: A.S.D.T.

-Y de Italia a Cádiz, donde trabajas actualmente…
-En 2023 llego a Cádiz a estudiar el máster de Arqueología Náutica y Subacuática, y desde entonces, empiezo a colaborar con la Línea de Arqueología Náutica y Subacuática de la Universidad. Participamos en varias campañas del proyecto Herakles, para conocer como había sido la navegación en el estrecho, especialmente en la Bahía de Algeciras. Yo pertenezco a la Universidad de Cádiz y, además, como arqueólogo profesional, realizo otros proyectos. En unas semanas voy a participar en la II Fase de la Nueva Terminal de Contenedores del Puerto de Cádiz, que consiste en un dragado y la extracción de un pecio del siglo XVI, un galeón.

Mañas8Mañas, arqueólogo subacuático, en plena acción. Foto: A.M.

-¿Cómo es una jornada normal, un día de investigación?
- Yo soy arqueólogo subacuático y trabajo, tanto bajo el agua como en superficie, con labores de geofísica, documentación e investigación. A nosotros nos gustaría estar todo el día “sobre el terreno”, o sea, bajo el agua, pero gran parte del trabajo es de despacho u oficina. Hay una labor de investigación y pasamos mucho tiempo documentando lo que encontramos. Luego, sinceramente, poder trabajar en el agua, buceando, es para mí una experiencia maravillosa.

-¿En los mares españoles tenemos mucho “material” que investigar?
-Date cuenta de la importancia histórica de la navegación en el Mediterráneo, aunque Thor Heyerdahl pueda pensar lo contrario…pero está claro que el Mediterráneo es un cementerio de barcos de todas las culturas. Las costas españolas están plagadas de pecios y naufragios, desde época fenicia o romana. Tenemos mucho, muchísimo material, tal vez no tantas embarcaciones, pero si objetos procedentes del comercio. Luego Cádiz, en época moderna y contemporánea, sí es muy rica en embarcaciones, sobre todo en la zona de Algeciras, por todas las batallas que se libraron. En Galicia, por ejemplo, la historia naval también es inmensa; se ha encontrado la fragata Santa María Magdalena, una embarcación de finales del XVIII. Pero no solo se trata de embarcaciones y material, no es solo el interés por lo más antiguo, también hay que poner a las comunidades en contacto con lo que se está haciendo; hay una historia muy rica que los vecinos, la gente del entorno, tiene que conocer.

Pecio MagdalenaPecio Santa Maria Magdalena, en las costas gallegas. Foto: TVE

-El hablar de tesoros y baúles con monedas de oro, ¿es una visión romántica?, ¿está desfasado?
-Sí, es una visión romántica, es como historia del loco que va a sacar oro en una mina en mitad del desierto. Obviamente, los navíos de línea españoles transportaban tesoros que venían a sufragar gastos de la Corona o a financiar guerras. El oro y la plata eran un tesoro, pero también hay otras cosas que lo pueden ser.

-¿Cómo cuáles?
-La seda, por ejemplo. El año pasado estuve trabajando en Croacia, en una galera veneciana del siglo XVI. Llevaba un arca de hierro en la que guardaban sedas, camisones de lino, sombreros de cuero... Se preservaron intactos en el fango y hoy se pueden visitar. A veces, esos tesoros pueden ser el ajuar o las pertenecías de los que perecieron en ese naufragio, al igual que hay buscadores que “cazan” platos del Titanic.  Para mí un tesoro sería cualquier objeto que haya venido del fondo del mar, de unos 4.000 metros de profundidad.

Sorpresa y emoción

-¿Qué se siente cuando se descubre uno de esos objetos que ha estado oculto tanto tiempo bajo el agua?
-Lo primero de todo es la sorpresa del hallazgo, y luego, una emoción que te sobrecoge, porque tienes en la palma de la mano un resto material que nos habla del pasado, de una tragedia o un naufragio; el problema es que esa emoción no se puede expresar mucho, porque seguimos trabajando bajo el agua y debemos racionar el aire que consumimos. Como decía, esos restos materiales que encontramos bajo el agua son los que nos permiten a los arqueólogos ahondar en la historia y generar investigaciones.

Mañas4 1Ánforas romanas, en el Museo Arqueológico Nacional. Foto: GUdiario.

-Habrás encontrado las famosas ánforas romanas, con vino, aceite y garum.

-Sí, por supuesto. El garum es una salsa de pescado, uno de los productos vip de la alta sociedad romana. En todo el litoral gaditano hay una cantidad ingente de factorías de salazones en las que se fabricaba esta salsa de pescado y hay restos de las ánforas en las que se transportaba. La salazón romana es muy importante en el comercio marítimo. En Roma hay restos que demuestran que la ciudad se nutría de toda la producción del Mediterráneo. Este comercio, además, traspasaba las costas; de hecho, aquí en Alovera, en el yacimiento de Valdelaviña, se encontró un fragmento de ánfora romana datada en la zona de Cádiz. Esto demuestra que las salazones gaditanas llegaban hasta el interior de la península.

EntrepeñasEmbalse de Entrepeñas.

-Aunque son interiores, en Guadalajara también tenemos “mares”; el tipo de trabajo que haces, arqueología subacuática, ¿se podría hacer aquí, en nuestra provincia?

-Aquellos pantanos que sumergieron poblaciones, iglesias o monasterios, son unos grandes desconocidos para la arqueología subacuática. En general las aguas interiores, por sus condiciones de turbiedad y poca visibilidad, son un gran obstáculo para trabajos subacuáticos. Más allá de esto, los trabajos de geofísica aplicados a la arqueología son de gran interés. No nos olvidemos que contamos con bastante patrimonio sumergido como el Real Sitio de la Isabela en el embalse de Buendía (Sacedón), el desierto carmelitano en el embalse de Bolarque y todos los ríos de la provincia, en los que encontramos importantes yacimientos a sus orillas (Recópolis, Caraca, etc). Debemos tener presente que las aguas qué más afectan al patrimonio son las del olvido, que ocultan por siempre la historia de cualquier sociedad.

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